Un poco de historia: exclusión, segregación, integración, inclusión ¿Solo palabras?

 

A lo largo del tiempo, el concepto y las representaciones sociales sobre la discapacidad fueron modificándose al igual que los contextos sociales.

Podemos encontrar tres grandes paradigmas o formas de pensar el concepto de discapacidad que se han dado en nuestra historia y aún coexisten:
 

>> Modelo de prescindencia

En la Edad Antigua, las personas con discapacidad no tenían ningún valor y eran “desechadas”, abandonadas a su suerte. En algunas ocasiones, usados como bufones o condenados a la mendicidad. Con el correr del tiempo, las personas con discapacidad comenzaron a ser consideradas como sujetos de cuidado pasivo, es decir, sin capacidad de decisión. Para ello, se crearon instituciones especiales que cumplían la función de atender las necesidades de estos sujetos considerados “especiales”.
 

>> Modelo Médico Rehabilitador

Con el avance de las ciencias, las personas con discapacidad comenzaron a ser objeto de la medicina: sujeto de diagnóstico y tratamiento rehabilitador.
Este modelo sostiene la idea de norma o “anormalidad”. Cuanto más rehabilitada sea la persona, más integrada podrá estar a la sociedad.
Esta etiqueta médica, determina la vida de las personas con discapacidad, su educación, trabajo, capacidad jurídica y política.
En este modelo se habla de personas con capacidades diferentes o necesidades especiales, dos formas de nombrar a ese “otro” como diferente.
Se trata de formas imprecisas de referirnos, ya que todas y cada una de las personas tenemos capacidades y necesidades particulares que deben ser tenidas en cuenta para el desarrollo personal y contextualizado.
 

>> Modelo Social

Esta mirada considera que la discapacidad no es un problema de la persona y de sus características, al contrario, es un problema de nuestras sociedades.
La discapacidad surge en la interacción de la persona con su entorno, del encuentro entre las características de la persona y el diseño o propuestas de la sociedad en la que vive.
Este modelo propone remover esas barreras para lograr la plena inclusión y participación de todos, en todos los ámbitos de la vida.
Desde este modelo es responsabilidad de toda la sociedad que cada uno de sus integrantes pueda vivir y desarrollarse con igualdad de oportunidades.
Para lograrlo, se deben disminuir las barreras que obstaculizan la participación y autonomía.

Inclusión es lograr una justa convivencia de todos y cada uno de los miembros de la sociedad.

Estos modelos se sostienen en algunos conceptos clave:

La exclusión representada por un único pentágono con figuras cuadradas adentro mientras afuera quedan distintas figuras geométricas


Exclusión: de las diferencias, todo aquel que es considerado diferente a la norma será socialmente excluido y librado a su suerte.
Segregación: representada por dos figuras circulares, uno de las cuales es más grande que la otra. En la figura izquierda hay cuadrados adentro y en la de la derecha hay distintas figuras geométricas.


Segregación, aquellos que no cumplen con la norma general, formarán parte de un subgrupo o colectivo, alejado o marginado por ser considerado diferente.
 Integración: representada por dos figuras circulares, una más grande que contiene a otra más pequeña. En la figura más grande, se ven cuadrados adentro y en la más chica, distintas figuras geométricas.


Integración: aquellos que puedan “normalizarse”, es decir, aquellas personas que puedan adecuarse al medio social estándar, en base a su esfuerzo de adaptación y rehabilitación, podrán formar parte.
Inclusión: representada por una única figura circular con cuadrados y diversas figuras geométricas adentro.


Inclusión: el respeto a las características personales y a la diversidad humana, convierte a las diferencias individuales en un valor intrínseco, trasladando el desafío de lograr una justa convivencia a toda la sociedad y a cada uno de nosotros. Para lograrlo, contamos con las posibilidades que nos dan los apoyos personales, profesionales y tecnológicos.